Para que los equipos o unidades de alta tecnificación o superespecialización logren el nivel adecuado de calidad y seguridad asistencial tienen que tener un número elevado de casuística (volumen de pacientes atendidos) al año, que es lo que permite la expertise y mejora continua. Este es un criterio básico, totalmente aceptado en planificación y gestión sanitaria, que, sin embargo, choca con la realidad: ¿cuántos equipos y unidades de ese tipo hay en hospitales españoles que incumplen el mínimo de pacientes imprescindible al año y, por ello, obtienen resultados subóptimos? Haberlos haylos, y cada consejería autonómica los tiene perfectamente identificados, por lo que, aunque no haya salido a la luz, es probable que incluso exista un mapa de puntos negros específicos en el Sistema Nacional de Salud (SNS).

Recientemente tuve la oportunidad de hablar de este asunto con consejeros de varias autonomías que admitieron, lógicamente en off, su preocupación al respecto, así como la dificultad de solucionar el problema con la principal herramienta a su disposición: concentrar la atención terciaria (alta tecnificación). Su argumento básico es que los ciudadanos quieren tener todo tipo de servicios sanitarios al lado de casa y los profesionales afectados por el cierre o fusión de equipos y unidades con calidad subóptima promoverían crisis de opinión pública difíciles de soportar políticamente, y más en periodos próximos a elecciones autonómicas. Conozco el caso de alguna región y hospital universitario que, para garantizarse la actividad necesaria y ofrecer calidad y seguridad a todos sus pacientes, han optado por asumir el coste económico de tratar a enfermos procedentes de otras comunidades autónomas, lo cual no es ninguna broma tratándose de intervenciones o terapias de alto coste.

Más lógico sería resetear el mapa de la atención terciaria, por especialidades, en cada comunidad autónoma y en todo el SNS, planificando convenientemente, en base a criterios estrictamente de coste-efectividad, calidad y seguridad; en algunos procesos bastaría incluso con una o dos unidades en todo el país. Pero eso es algo más que improbable en el imperante clima nacional de demagogia y partidismo del que no se salva ni tan siquiera algo tan importante, técnico y costoso como es la sanidad.

No obstante, hay que ser optimistas: los Centros, Servicios o Unidades de Referencia (CSUR) designados por el Ministerio de Sanidad, de los que esta semana se aprueban otros 22 más en la reunión del Consejo Interterritorial, son un modelo que va en la buena dirección, aunque en algún momento habrá que otorgarles carácter exclusivo.